lunes, 17 de diciembre de 2012

john martin - Josué ordenando al sol detenerse sobre Gabaón



la conquista de Canaan por Josué y los israelitas costó 6 años largos .Todos conocemos el famoso pasaje de la Biblia acerca de la demolición de las murallas de Jericó por el fragor de las trompetas de Josué y posiblemente también este otro sobre la defensa de Gideón, ciudad aliada de Israel amenazada por las numerosas fuerzas conjuntas de los reyes de  Jerusalem, Hebron, Jarmuth, Lachish and Eglon . Tras una noche de marcha contínua montaña arriba las tropas israelitas sorprendieron al llegar el día a sus enemigos, dispersándolos y empujándolos hacia el valle de Ajalón , donde Dios envió sobre ellos un granizo destructor. Josué imploró al Altísimo que parase el sol sobre Gideon y la luna sobre Ajalón con el fín de poder prolongar la lucha y completar la derrota de sus enemigos. El cuadro, del año 1848, representa justamente este instante, y Martin aprovecha la escena para emebelesarnos con un luminoso espectáculo atmosférico donde cielo y tierra se conjugan sobre los diminutos e insignificantes guerreros llenos de  humanas pretensiones. El cuadro es todo vapor de agua y luz, a la izquierda la luna se mantiene estática y amarilla sobre el valle de Ajalón envuelto en densos cortinones de granizo, mientras en la parte derecha el sol hace pasar sus rayos inmóviles a través de serenos y brillantes parajes nubosos. Además es de unas dimensiones adecuadas a su espectacularidad, 2.64 x 1.51 metros, lo que la hacen irresistible dentro de la exposición.
El cuadro de William Turner titulado, "tormenta de nieve, Aníbal y su ejército cruzando los Alpes" es de unas dimensiones algo inferiores, pero todavía grande, y, siendo del año 1812, podría haber influído en el de Martin. De cualquier forma , este último es, desde luego, un bellísimo homenaje a Turner en ésta obra y en su conjunto

Sin embargo , aún siendo ésta la mejor de todas, Martin pintó este pasaje de la Biblia en más ocasiones. La primera vez ,ya en 1816, con una obra que lo llevó directamente a la fama, muy parecida a la que traemos pero ,para mi gusto, mucho menos espectacular, cielo y tierra se presentan mas independientes, más reales e inexpresivos. También realizó grabados sobre el tema que podreis encontrar fácilmente en internet. Se puede decir que dejó para el final la mejor de sus versiones,opinión, por supuesto, totalmente personal.

Tras el éxito de la versión de éste cuadro de 1816 de la que acabamos de hablar, Martin llevó a cabo una sucesión de grandes obras parecidas a ella y que están todas a su altura o la superan. Así, os traigo : la caída de Babilonia de 1819 , la fiesta de Baltasar de 1820 ,   la destrucción de Pompeya y Herculano de 1822,    la caída de Nínive de 1827 , y por último, la tarde del Diluvio de 1828. La erupción en abril de 1815 del monte Tambora , en Indonesia, que provocó un triste año sin verano en todo el hemisferio norte, y que  pudo dar lugar a la producción de obras literarias como Frankenstein  de Mary Shelleynd  o el Vampiro de John Polidori, también pudo finalmente desencadenar en nuestro pintor un afán por recrear en sus obras antiguas catástrofes o adornar escenarios históricos con poderosas manifestaciones atmosféricas.

. Obras suyas muy posteriores son tambien :
el Juicio Final  y las llanuras del Cielo, de 1853,  y  el gran día de la ira , de 1851.

Pero John Martin no solo debe ser considerado un pintor a secas. Además de su calidad como pintor romántico, era un ingeniero en potencia, incluso se dice que era esta su verdadera vocación . Es posible que la crisis económica de 1820 impidiera el que muchos de los proyectos, algunos realmente avanzados, para los servicios de Londres, que el joven Martín tenía en mente,  vieran  la luz .Entre ellos, un sistema nuevo de alcantarillado , un plan para mejorar el encauzamiento del Támesis, y hasta un ferrocarril subterráneo. En 1841, Martin, con 52 años se convertía, momentáneamente, en uno de los hombres mas veloces del planeta al desplazarse viajando en una locomotora a lo largo de las nueve millas existentes entre Southall y Slough, Inglaterra, como testigo directo y también conejo de indias de una prueba de velocidad. Alcanzó más de 90 milllas por hora   


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