miércoles, 8 de febrero de 2017

pierre bonnard - el descanso - muchacha con blusa roja 1920


Bonnard llevó a cabo, durante su larga relación con Marthe, más de cuatrocientos cuadros en los que aparece ésta. Relación al parecer un tanto complicada, quizás debido a su delicado estado de salud, quizás a su propia manera de ser. En efecto, se sabe qué, en su estancia en París, no era muy amiga de reuniones con colegas y amigos y llevó al pintor a una vida artística y social un tanto aislada, ó al menos reservada. Puede que estas circunstancias llevaran a Bonnard a tomar una amante, ó puede que fueran dos : hacia los años de la ejecución de éste cuadro que vemos, tuvo relaciones con Lucienne Dupuy de Frenelle, una de sus modelos, de la que se conocen varios retratos y, sobre todo, con la suiza Renée Monchaty, quién aparece en la obra que estamos viendo. Más joven que Marhe, parece ser nacida en 1890, es decir con 30 años en la fecha en la que aparece en éste cuadro, la primera ya contaba con 51,  morena teñida de la que el pintor estuvo enamorado unos años, casi con seguridad a sabiendas de su mujer, puesto que trás el suicidio de Reneé, intentó convencer a su ya marido para que se deshiciera de los pocos cuadros en los que la modelo aparecía, es representada siempre por Bonnard con una mirada lánguida y sosegada como si éste ejercicio le devolviera parte de la tranquilidad que posiblemente echaba muchas veces de menos en su relación con su querida Marthe.
Pero la mujer, como el hombre, suelen ser excluxivistas y por lo tanto egoistas en el amor, y la todavía jóven Reneé, no pudo soportarlo y se suicidó el mismo año qué, por fín, la pareja Bonnard contrajo matrimonio oficial el año 1925. Por algún sitio he leído que el pintor llegó incluso a acompañar a la Monchaty a Roma con la intención de pedir su mano en la casa paterna. De la forma en que llevó a cabo la modelo su propia muerte hay multitud de versiones y también algunos biógrafos dicen que el artista cayó en una fuerte depresión tras el suceso, lo cual puede ser cierto.

Pero a la larga, como pasa con todas las cosas de la vida, lo que quedan no son las personas, ni siquiera sus recuerdos, sino las obras, sobre todo cuando éstas son buenas y, sobre todo, cuando son excelentes ó definitivas, como el invento de la rueda, la novena Sinfonía ó, simplemente, éste retrato de una chica perdida en el olvido. 

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