miércoles, 10 de octubre de 2012

Ernst Ludwig Kirchner - mujer yacente con camisola blanca



hemos dejado de señalar en entradas anteriores un acontecimiento transcendental en la vida de Kirchner como fué la amistad y el contacto con tres artistas de su generación : Fritz Bleyl , a quién conoció estudiando en Dresde arquitectura, ambos eran alumnos del mismo curso, y  Karl Schmidt-Rottluff y Erich Heckel , también futuros arquitectos de esta misma escuela . Desde un primer momento coincidieron plenamente en su visión del arte y del movimiento intelectual que se estaba desarrollando en Alemania y en toda Europa. Sus ideas sobre la dirección que debía seguir el arte coincidían tan plenamente que, tan solo cuatro años después, en 1905, fundaron un movimiento llamado Die Brücke, el Puente, cuya finalidad sería acabar con el estilo académico tradicional, y establecer un enlace entre el que consideraban glorioso pasado alemán, encarnado por artistas tales como Albrecht Dürer, Matthias Grünewald y  Lucas Cranach  el viejo, a quienes admiraban, y el nuevo estilo de las vanguardias , qué, como hemos visto se estaba desarrollando vertiginosamente en varios lugares de Europa. Realmente desde comienzos del siglo XX y antes , hasta las grandes guerras, la búsqueda de un estilo nuevo en el arte fué una explosión en direcciones divergentes, qué, vistas ahora ,se nos antojan casi hasta convergentes. Todos con un denominador común, la libertad, la rotura de normas y reglas. Die Brücke fué uno de ellos y como todos los demás su principal virtud fué constituirse en peldaño para la generación siguiente. El grupo grabó en madera el siguiente manifiesto : "queremos libertad en nuestra obra y en nuestras vidas e independencia  de las viejas fuerzas establecidas".

La figura representada en este cuadro puede ser cualquiera de las modelos que frecuentaban el estudio del grupo constituido en Dresde; es lo de menos; lo importante es cierta madurez que, sin abandonar ni mucho menos la pasión por el color que hemos visto en entradas anteriores, se refleja en la factura de la pincelada, mucho más tranquila y mucho menos exhuberante, y en la mayor extensión de las zonas lisas de color.  Se ha escrito mucho sobre la relación de éste cuadro con otro en el que aparecen girasoles y su relación con el mismo Van Gogh, pero yo al menos , no lo veo muy claro. Sí , en efecto, los tonos de ambos cuadros son bastante coincidentes, pero estos azules, verdes, rojos y naranjas llenan muchos de los cuadros de Kirchner de esta época, especialmente el par rojo vibrante- amarillos rojizos, de gran brillantez y expresividad.

Si que debemos aludir al color amarillo -anaranjado con el que Kirchner no olvida sugerir las partes púbicas de la modelo, queriendo claramente mostrar su sexo sin convencionalismos ni falsos pudores. Bién podría si no haber subido el tono oscuro de las medias sin más. La cosa desde luego no tiene la menor importancia pero lo hago notar por tratarse quizá de un detalle que indica cual fué uno de los  caballos de batalla del grupo en general. En las siguientes entradas hablaremos un poco más de ello.  




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