jueves, 28 de noviembre de 2013

carlos de haes - peñascos en el monasterio de piedra 1872


no podía faltar este pintor nacido en Belgica pero a quién podemos considerar español y, sobre todo, maestro de toda una generación de pintores españoles que llevaron a cabo la más completa renovación y modernización de la pintura del paisaje de nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX. Desde su cátedra de Paisaje en la Escuela Superior de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid fomentó la adhesión a las nuevas corrientes que en esta disciplina se estaban produciendo por Europa y de las que venimos hablando en el desarrollo de esta Exposición. Hasta él, salvo algunas exepciones, el tratamiento del paisaje en España seguía las pautas académicas que lo restringían tanto en su propia composición como en su uso, limitándolo a un papel secundario en obras de carácter histórico, religioso, mitológico ó alegórico, ó bién empleándolo en escenas cargadas de romanticismo. Obras todas ellas llenas de expresividad y mérito, muchas verdaderas obras de arte, pero la nueva forma realista y directa de interpretar la naturaleza, y sobre todo la consideración del paisaje como género independiente, valorado y admirado, era una ventana de aire fresco en el panorama artístico español.

De Haes, primero en Málaga y a continuación, desde los 24 a los 29 años, en su tierra natal, adquiere una educación artística plenamente enfocada hacia el paisaje realista y en contacto con la naturaleza. En efecto, en Bruselas estudia con el pintor Joseph Quinaux, ya paisajista y profesor de esta materia en la Academia Real de Bellas Artes, y además visita los museos y se empapa de la pintura de los paisajistas flamencos, por lo qué, cuando regresa de forma definitiva a Madrid, es ya un verdadero y entusista pintor del aire-libre.

El año 1858 consigue una primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes con la obra Cercanías del monasterio de Piedra (1858). El Museo del Prado posee una extensísima obra de nuestro pintor, muchísimos de ellos grabados, y pequeños apuntes tomados directamente del natural qué de Haes conservaba y le servían para cuadros de estudio de más elaborada factura; apuntes del natural tomados casi siempre en cortísimas sesiones. Con este mismo título hay al menos dos cuadros ( 1 ,2 ) en éste mismo Museo  y otro es propiedad del museo Thyssen. Si examinamos las obras ganadoras de primera medalla en el referido certámen nacional, salta a la vista el enorme mérito de de Haes metiendo su obra prácticamente a contrapelo en una serie contínua, año tras año, de obras historicistas premiadas, las cuales coparon este máximo galardón casi sin excepción hasta bién entrado el siguiente siglo. Sin embargo volvió a repetir la hazaña dos años después en 1860 con Un país: Recuerdo de Andalucía y en 1862 con Paisaje de Lozoya. Y eso con obras de pequeño formato si las comparamos con las grandes composiciones historicistas rivales, algunas llegando casi a los 10 metros. 

    
entre las actividades que llevó a cabo con sus alumnos, lo más destacable fueron las salidas a pintar en plena naturaleza, entre los años 1871 y 1876,visitando muchos lugares de la geografía peninsular y europea y que afianzaron en aquellos discípulos su amor por el paisaje al aire libre.

A raiz de su amistad con el escritor,erudito y diputado en Cortes, Federico Muntadas, quién había heredado de su padre la propiedad del Monasterio de Piedra en la provincia de Zaragoza y qué, tras su matrimonio, pasaba allí  largas temporadas, de Haes descubrió la belleza de este lugar paradisíaco, verdadero oasis en medio de las áridas tierras de Aragón y pasó muchas jornadas pintando sus bellos rincones. Como éste paisaje calizo que vemos en nuestro cuadro, cuajado de tonos calientes, ocres y naranjas que conforman un paisaje rocoso muy en la línea de otros vistos en entradas anteriores y ejecutado con enérgicas pinceladas sueltas y vibrantes pero que definen con todo detalle la morfología de la piedra, sus fisuras, sus aristas, caras, conglomerados, derrames....un perfecto estudio de la erosión brutal a la que se ve sometida en este clima de contrastes extremos. Pintar la naturaleza tal y como es. 

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