miércoles, 27 de noviembre de 2013

gustave coubert - la ola 1869



Desde sus comienzos como pintor Gustave Coubert sintió una atracción especial por el paisaje, no en vano era natural de Ornans, pequeña población del corazón del Jura francés, y la belleza y frondosidad de ésta región se gravó intensamente en su alma de artista. De entre los numerosos cuadros que llevó a cabo en esta zona traemos uno seleccionado exclusivamente por su calidad y belleza The Shaded Stream at the Puits-Noir, pintado entre los años 1860-65, que posiblemente representa el nacimiento del río Loue, lugar muy visitado hoy día y que Coubert pintó al menos cuatro veces en el verano de 1864.

Este otro cuadro del valle de éste río, valle del Loue ,1836, es de cuando solo contaba 17 años.

Cuatro años después se encontraba en París a punto de comenzar la carrera de leyes, proyecto que no llevó nunca a cabo al decidir ese mismo año dedicarse por entero a la pintura y emplear su tiempo en visitar los museos de la capital y copiar las obras de los grandes maestros. De lo que dió de sí este cambio no es cuestión que haya que analizar , pués está claro que Coubert ha sido uno de los grandes de la pintura francesa del siglo XIX y el principal impulsor y líder del realismo pictórico. Y además con su pintura de temas eminentemente sociales y de la vida real, sembró el desconcierto entre el encorsetado academicismo dominante. La misión del arte consiste, decía, en representar no solo la belleza sino también la fealdad de la vida y el contraste entre estos dos elementos constituye su esencia y nunca debemos olvidarlo en cada obra que llevemos  a cabo. Pintor que de ningún modo se paraba en barras, es ,como sabeis, el autor de la famosa obra El Taller del pintor del año 1865 de unas dimensiones formidables,  6x4 metros, y qué, rechazada por su enorme tamaño para la Exposición Universal de París de 1855, pudo no obstante ser admirada en un pabellón exclusivo que Coubert por su cuenta se procuró y que denominó Le Realisme. Una obra que inmediatamente despertó el interés de los impresionistas, y sirvió para afianzarles en sus controvertidos logros artísticos.


Cuando pinta este paisaje marino el año 1869, Coubert, ya con cincuenta años, es un pintor que expone sin dificultades en el Salón de París y a quién los encargos no le faltan, pero qué, simultáneamente se ve periódicamente criticado y rechazado cada vez que alguna de sus obras maestras del realismo más puro ,salen a la luz, como es el caso de El Origen del Mundo del año 1866, ó Venus y Psique de dos años antes qué, desgraciadamente, está hoy desaparecida. La primera de éstas pasó de propietario a propietario, siempre medio oculta, y no pudo ser contemplada por el público, y además de forma irregular, bajo vigilancia y en sala aparte por temor a  posibles reacciones violentas,  hasta 1995, cuando se colocó a la vista en el Museo d'Orsay.

Pero sigamos con el paisaje. Coubert pasó por supuesto por Fountainebleau donde casi con seguridad llevó a cabo su obra La ráfaga de viento ó Tormenta aproximándose, del año 1855, y el verano de 1869, se estableció en la pequeña población de Etretat, cercana a Le Havre, en la Normandía, donde, en una época de verdadera obsesión por el mar, lleva a cabo el cuadro que traemos aquí y otros muchos muy similares. De ésta obra hay una descripción del momento de su creación , debida al gran escritor Guy de Maupassant, nacido en Dieppe , a pocos kilómetros de Etretat, que no debemos dejarnos en el tintero;  dice así:

 “En una gran sala vacía, un hombre gigantesco y sucio aplicaba manchas de color blanco sobre un gran lienzo vacío con un cuchillo de cocina. De vez en cuando, se acercaba a la ventana, apoyaba la cabeza en el cristal y se paraba a contemplar la tormenta del exterior. El mar se acercaba tanto que parecía querer estrellarse contra la casa, sumergida en la espuma y el estruendo…"

Durante esos meses pasados al lado del mar, se interesaba en el movimiento de las masas de agua e impresionado por su fuerza y salvaje realismo, aplicaba grandes masas de pintura como nos describe Maupassant, sin reparo alguno , pintando al ritmo y con la fuerza del mar que tenía delante. Volvía de nuevo , a diferentes horas del día, tratando en cada sesión y en cada obra de sacarle al mar toda su energía y trasladarla a l lienzo, cosa que consiguió, aunque, no nos engañemos, solo a medias. El mar es todavía más impresionante puesto que la mitad de su seducción radica en el ruido y las condiciones ambientales, esto es, en cualidades que ni con la pintura ni con la fotografía, le pueden ser robadas. De cualquier forma, sus series de olas, de las que traemos algunas al final de estas líneas, definen perfectamente el carácter de su autor, fuerte, temperamental y casi agresivo, excesivo, muy desordenado pero vital y valiente en su actividad artística.

Viene a cuento que traigamos un grabado japonés con una escena de olas que estoy seguro conoceis casi todos, pués hoy día ha sido muy difundida, y que en aquellos años también se podía ya contemplar en una ciudad como París.


- The Wave, 1869. Oil on canvas. 43 11/16 x 56 3/16 (112 x 144 cm).
 Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie
-The Stormy Sea (or The Wave).1869 .Oil on canvas. 3' 10" x 5' 3 1/2" (117 x 160.5 cm)
  Musee d'Orsay, Paris
-The Wave (1869-1870). Oil on canvas, 63 x 92 cm. 

Städelsches Kunstinstitut, Frankfurt.
- The Wave, 1869
Brooklyn Museum, Brooklyn, New York


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